En su origen, los Wagashi [Dulces japoneses] derivan de aquellos alimentos que consistían en la aglomeración esférica de frutos secos molidos habiendo eliminado sus asperezas (posteriormente llamados Dango) o bien de “Mochi”, que se considera el alimento procesado más antiguo de Japón. Los Wagashi han evolucionado adaptándose a las transiciones históricas y han tenido influencias del exterior como la dinastía Tang [China] o el desarrollo de la cultura de Chanoyu [Ceremonia del té].

Posteriormente, en la época de Edo (entre año 1603 y 1868), gracias al desarrollo de suministros de las materias primas y de las técnicas de elaboración, los Wagashi experimenta una notable mejoría de calidad. El motivo principal de esta mejoría ha sido la ausencia de guerras en el país y su consecuente llegada de la era de la paz. Cuando había conflictos bélicos en el país, la supervivencia prevalecía sobre cualquier otra actividad, por lo que la gente no podía disfrutar de la vida. Una vez que llegó la paz a toda la nación, la gente pudo por fin gozar de sus actividades cotidianas, llegando a saborear y a familiarizarse con el Wagashi.

Por otro lado, la época de Edo se caracteriza por su política de cierre al exterior, lo que supuso la sofisticación de la cultura autóctona de Japón. En esta época nacen los Wagashi, que conocemos hoy en día elaborados mediante técnicas más refinadas, y que además son deliciosos. Ya en la época de Meiji (a partir de 1869), Japón comienza a intensificar sus relaciones con los países extranjeros, lo que conllevó la llegada de dulces occidentales y maquinarias innovadoras como los hornos, gracias a los cuales se originaron nuevas variantes de Wagashi, como los horneados, que llegan hasta la actualidad.